Puedes elegir entre ser “un empleado que trabaja en servicio al cliente” o ser “un profesional en experiencia de cliente”.

Muchas veces los clientes solicitan cosas a las que no puedes decir simplemente que sí. Pero si dices NO, estás poniendo la gota amarga.

Cuando nos enfrentamos a un cliente difícil, en lugar de engancharnos y reaccionar a su antipatía, podemos compadecernos de él.

Es verdad que hay unos clientes que son más importantes que otros. Pero una cosa es que eso sea cierto y otra cosa es que el cliente lo note.

Todo lo que digamos u omitamos que lleve a que el cliente no tenga la información completa y transparente es mentir.

No es agradable ser invisible. Ser visto, ser saludado, que te expliquen lo que está pasando, hace toda la diferencia.

Minimizar el problema con el que llega el cliente es un indicador de que estamos descalificando la emoción del cliente.

“Que nadie se acerque a ti jamás sin que al irse se sienta un poco mejor y más feliz.” Eso dijo la Madre Teresa.

La discriminación se puede dar a niveles mucho más sutiles y que, si no estamos alertas observándonos a nosotros mismos, podemos caer en ella.

El trabajo que tienes… es el que tienes. Pasas horas haciendo lo que haces y tienes dos alternativas: sufrirlo o disfrutarlo.

¿Alguna vez te ha pasado que entras a un restaurante y pasa tanto tiempo sin que te atiendan que literalmente te sientes invisible?

El desafío es aprender a no engancharte con esos “clientes desagradables” y no dejar que te dañen el día…